Quien no tiene a nadie, quien no tiene un lugar, quien siente soledad constante y continua sin ver su imagen reflejada en ninguna mirada, es un desubicado.
Quien pierde su silla cuando va a Sevilla, quien necesita protección, calma o cuidado, y no tiene, acabará asustado y cansado.
Quien camina todos los días sin nadie al lado, quien tiene los pies, las manos y el corazón helados, no es necesariamente un ser frío, es un ser no querido o amado.
La Navidad es un tiempo extraño, y si nos sentimos solos, desubicados, indefensos, asustados, cansados, fríos y desconsolados, existe una receta sencilla: no hay nada mejor como ayudar al prójimo para sentirnos ayudados.
Feliz Navidad.
Lucía Morales.