Me desenamoré de ti cuando dejé de admirarte, fue
gradual, pero un día me lapidó como una gran conciencia universal. Es extraño como
quise taparlo, como me llevé pedradas gratuitas y avisadas, las ignoraba, no
sé, creo que necesitaba idealizarte para ser feliz, intentando que me salvaras,
otorgando lo inotorgable como única salida posible; entiendo que me excedí, que
me convertí en demasiado, y sigo siendo demasiado, pero llevando mis bolsas
cargadas de ideales a otra parte, ideales que no pretendo adjudicar ya a nadie, que me
encantaría vestir, no sé, quisiera que en estos temas pudiéramos hacer más justicia,
pero es difícil, cada persona vive su
momento, y en cada momento ese ideal es sólo suyo, no puedes traspasarlo como
quien cambia un calcetín, no, es distinto.
Y ahora que lo sabemos, ya convertidos en esqueleto, puede
que sintamos miedo, sería bonito, vernos desnudos, como antes,
sin prejuicios, creyendo que es imposible que nos sorprendan, y llegas otra vez, y me
desmontas el piso.
Los principios, en pocas ocasiones con personas se repiten
los principios, los buenos, al final es eso, esa emoción que te arrastra a una subida o incluso, otras, terriblemente dañinas, a los infiernos.
Lucía Morales.