Querido Peter:
Cada noche me pongo alas de
ángel para surcar cielos costeros, buscándote, se las pido a Annie. Dejo a los
niños perdidos entre oficiales, marines, poetas y la pequeña Violeta, cubiertos
de conchas, necesito encontrarte, hay cosas que se me quedaron dentro; tuve que
morir y dejar Londres para aceptarte.
Y extrañarte se convirtió en
el sinvivir de mi noche eterna, recuerdo cada minuto que eras la voz cantante
de Nunca Jamás, la de un niño infinito, inocente, lleno de sueños. Aquí te
lloro algunas noches a la luz de la luna, mientras me acaricio los labios que fueron intoxicados por tus besos, me enseñaste a volar aún negándote
mil veces, mimándome, decías que era tu niña, cuando sabíamos que
no podía, que contigo era madre, y por madre, unas veces te malcriaba y otras te maldecía.
Rompiste las reglas de mi
mundo en pedazos, conseguiste que olvidara la realidad que llevaba en mi
mochila, que soñara, me hiciste especial, no a todas enseñabas a volar,
me dejé llevar ¿Entiendes? Me dejé llevar.
Descubrí junto a ti viajes,
destinos, cuentos y hadas que sólo pueden albergar dentro un sentimiento.
Conocí los celos, ahí te empecé a perder, no entendías que siendo tu niña
tuviera de las demás envidia, y es que ¿Cómo no tenerla? Vivías con hadas,
volabas con Campanilla. Yo era mayor y protestona, por mucho que me esforzara, por mucho que
te cuidara no era eso lo que de verdad querías.
No pude disfrutar ni entender
tu libertad serena, y mira que al conocerme me lo decías y repetías, no quiero dejar de ser un niño, creí que
madurarías y elegirías venir conmigo a vivir entre rutinas.
Peter, ¿dónde estás?,¿Cómo
pudiste abandonarme? Duermo con las cenizas de nuestros niños perdidos,
esperamos volver a sobrevolar cielos, noches, barcos pirata, ahora soy también una perdida.
Fui real, fui parte de tu
historia, te echo de menos, me siento sola Peter, muy sola, deja tu orgullo de
niño egoísta de lado, déjame de nuevo acercarme, cuidar tu sombra, acurrucarnos juntos bajo un árbol olvidándonos de
todo, de lo de siempre y de lo de ahora.
Lucía Morales