El día gloricioso. DP 33

Querido mundo mundial, dos puntos

No se puede hablar, antes uno se mete la lengua en el culito, no puedo hablar, que todo lo que digo luego me lo trago, con patatas o sin patatas, con ketchup o con mostaza, me lo trago. Si, renegué de mi escriturabilidad y he vuelto, ni una semana he tardado en recaer, soy una yonkie de las letras, si, lo confieso, y me gusta un confesarme, todo me viene bien, menos marujear, me mata y me remata, como la canción de Bosé.

Esto no es un DP cualquiera, esto es un regalo de no cumpleaños para todos vosotros, sobre todo vosotras, momento Pantene, porque yo lo valgo, no me cabe la menor duda, miento, me caben todas las dudas del mundo, es que soy de dudar, no de suponer, que es de necios, de dudar, que es más de sabios. 

Los cumpleaños son una obligación social que a todos causa stress, tanto regalarte para luego tú regalar, tanto felicitarte para luego tú felicitar, así hasta el infinito y más allá, madre de Dios, so Virgen, no podemos, aprovecho para saludar, HOLA PODEMOS, celebrar los no cumpleaños, como el sombrerero loco, ese si que sabe, si, esa es la actitud, aptitud, aquí siempre me relío, cosas de psicólogos, yo sólo, de solamente soy maruja ilustrada frustrada perdía.

Enga voy al asunto, hoy he celebrado mi no cumpleaños, y adjunto foto con un libro prefacio que es maramaramaravilloso, De las cenizas volverás, de Ray Bradbury. Admito que me estoy volviendo frikie a pasos agigantados, como si tuviera las botas esas de las siete leguas. Sigo con mis regalos, ya sabéis que tengo momentos místicos en el kiosco de mi calle, hay figuritas de personajes en venta súper monos, muchas princesas y más y más, y estaba Thor, amo a Thor, tonta no soy, mi madre me hizo pruebas de pequeña, miento, total, que le dije que me lo regalara, y lo ha hecho, supongo que va con h, los verbos españoles tienen tantos sentidos y normas que matan a cualquiera. 

Total, que tengo el libro y a Thor, gracias Antonio, y un vestido nuevo azul de rayas que hay que tener 20 años para meterse, pero  me lo pondré salga el sol por Antequera, si, lo haré, he engordado unos kilos, los justos para estar tremenda, y ya no soy aparcacoches, pero el vestido de niñataa moderna me lo meto aunque reviente, que me gusta un estar a la moda, y me he cortado con mis manitas el flequillo, si, corto lo que puedo, a mi hija el pelo, a mi Obi lo pelé la semana pasada, soy una pasada, a Nacho, etc, como peluquera estoy desaprovechaita perdía.

En el Covirán, al que por cierto fui con la camiseta más cutre del mundo esta mañana, y al revés, lo di todo, como siempre, y me hice una nueva amiga, una mujer alta, rubia y sabia, y tras unas palabras de informarnos y decirme que disfrute mañana de mi cumple, y yo erre que erre con que prefiero los no cumples, la mujer me dijo Felicidades, y me gustó, fue tan sincera que me importó. El falserío es lo que no soporto. Y odio que me digan, Felicidades guapísima, un beso. Qué poco original el mundo! Qué simplicidad!

No veis que leo mucho y mi mente es otra? Ahora vivo en el mundo del Bradbury y me pido Cecy, miento, me la ha adjudicado Ann, la amiga que me lo regaló. Creo que no hay regalo más hermoso que el que te comparen con un personaje como Cecy, lo juro. Es un libro lleno de seres de fantasía, y ahora me instauraré en él un tiempo, cuentos, sueños, cualquier cosa inverosímil para salir del letargo y la monotonía. Creeré en los fantasmas si hace falta, y les diré Yo si creo, si los veo.

Y a Mademoiselle Angelina Marguerita que, era quizá insólita, grotesca para algunos, una pesadilla para muchos, pero sobre todo un rompecabezas de vida inversa. A Angelina le diré, que a ella si creo que me parezco, puede Cecy es demasiado pretencioso para mí.

Hacerse mayor a veces puede ser volverse más niño, si te quitas cargas, si eliminas normas absurdas, millones de directrices que no sirven para nada. Prefiero tener más arrugas en la cara y menos en el alma, de lo contrario sería imposible sobrevivir.

La muerte es misteriosa. La vida lo es más aún. En el corazón de las bienvenidas matinales y de las risas vespertinas está la promesa del adiós. En el hocico encanecido de un perro viejo, vemos el adiós. En el rostro cansado de un viejo amigo, leemos viajes más que regresos.  Bradbury.

Así vivo yo muchas cosas, las que más me gustan, en vez de decirles hola, para dentro les digo adiós, sé que se irán, sé que nada es eterno. Por eso le doy vueltas a lo que puedo, intentando parar el tiempo, y robar el reloj del conejo.

Y me tocó vivir en este Pais que no lo es tanto, sin ser Alicia, sin conejo, sin sombrerero y buscando maravillas.

Lucía Morales