Esto es un cuento dedicado a todas nosotras, mujeres, guerreras, panteras, lobas, lo que queramos ser, sobre todo para las que tras percances duros aprenden a vivir en libertad, dos puntos
Va un día el Ulises y le dice a la Penélope –
Cari, que me voy anca Troya a hacer la guerra un rato. Quédate tú cuidando del
chiringuito, del crío y tal – Y para allá que se fue.
Y oigan, que el rato duro algo así cómo 10
años, y la Penélope ahí, en Ítaca, conteniendo a una panda de retrasados
salidos con el rollo ese del lienzo que cosía por el día y descosía por la
noche. Y contándole tol día al Telémaco lo que molaba su padre. Y dale que te
pego a bregar con Ítaca mientras su costilla andaba pegando espadazos y
construyendo caballos de madera pol mundo.
Qué Homero y los griegos son la bomba, que si,
que lo inventaron todo, pero cuando una lee la Iliada, con ese Ulises que se
pira a la guerra (¡Qué mira que le gusta a un tio irse de guerras y cruzadas!) y
la Penélope ahí, guardando la honra para un tipo que prefiere irse a pegar
mandobles anca el quinto coño mientras a ella se le pasa la juventud mirando al
mar y silvando el duo de la flor... Cuando lees todo eso, te das cuenta que ya
en tiempos de los griegos los hombres conocían bien poco a las mujeres y que
ese desconocimiento sigue vigente y más a la orden del día que nunca.
¡Coño ya con tanto dejarnos colgadas y
negarnos!
¡Y coño ya de tanto hacer de Penélope! Qué si,
que todos adoráis a las mujeres independientes, con carácter, inteligentes y
que saben pedir lo que quieren, os ponen muy cachondos, pero ufff, ufff, para
lo del noviazgo o el casorio mejor una Penélope, y a ser posible que no sea muy
lista, porque si es muy lista, además de dolerte el orgullo, le daría por
importunarte con eso de que a ver por qué te tienes que ir tú a guerrear pol
mundo, que si Paris se ha encoñado de la guapa esa a ti ni te va ni te viene.
Y es que de tanto hacer de Penélope, los
hombres habéis acabado pensando que esa es la dimensión de nuestra
personalidad; abnegadas esposas que crían a tus cachorros, fregotean toda Ítaca
y siempre tienen un cerdo asándose en el horno para cuando vengan tus amigotes
a mirarme el culo y las tetas mientras yo ensarto hilos en ese puto lienzo que
me tiene las cervicales destrozadas.
¡Pues no queridos! Aquí hay unas cuantas que
se apean. Y es que ya es hora de que, además de tratar con nuestra Penélope,
conozcáis a las otras cientos personalidades que habitan en nosotras y que nos
hacen tan inmensas.
Si, lo sé..., sé que esto os suena muy
desproporcionado, porque vosotros sois muy básicos y no tenéis mucho
desdoblamiento de personalidad, y ya bastante os cuesta entender a la Penélope,
cómo para tener que andar bregando con una jartá más.
Pues a ver si espabilamos porque, aunque
estemos dispuesta a ser vuestras Penélopes, queremos que conozcáis a la ñoña, a
la tierna, a la maternal, a la golfa y la puta (si si, a esas dos tb es
menester conocerlas), a la venal, la impulsiva, la creativa, a la que
continuamente quiere más y a la que siempre se sentirá satisfecha por nada. Y
a veces seremos dos o tres de esas juntas, y a veces te las encontrarás a todas
saliendo en tromba.
¿Qué cómo lo hacemos? Pues ya lo hemos dicho,
somos inmensas, muy inmensas, y queremos que nos tratéis en todo el amplio orbe
de nuestra dimensión. ¡Ya vale de tanto querer cuidarnos! Cuando queramos eso
ya os presentaremos a la que necesita ser cuidada, que tb la llevamos de serie.
No nos explicamos que teniendo un universo tan
inmenso entre las piernas que explorar, os querais ir ancá las cruzadas y la
troyas
¡¡Coño ya y vuelve a Ítaca!!
Anabel Díaz
Vivir? si, claro. Sentir? si, todo. Respeto? lo más importante, y siempre recíproco, es su única razón de ser y estar.
Las mujeres de la foto no se ponen bellas por los hombres, no necesitan sus halagos, lo hacen por y para ellas, para mí, para nosotras, y lo mejor es que nos reímos de eso y de lo demás, y cuando toca llorar, lo hacemos también, en libertad.
Qué pasa, que duele? claro que duele, pero hay muchas más cosas aparte del dolor. Duelen los tacones, duelen los corazones heridos, duelen otros dolores, pero por encima siempre estará el amor incondicional de una mujer, y si se rodea de mujeres como ella, todo se multiplica. Una unión nacida del amor nos enseñan ellas, y pisan cada día más fuerte, demostrando con hechos y no sólo, de solamente, con palabras lo que son, panteras, en su caso ROSAS.
Sería perfecto aprender las cosas sin tanto dolor, pero es imposible. Y si no queda otra? pos aprendemos juntas y tiramos adelante, de tantos carros que juro que el caballo de Troya se nos queda pequeño. Inmensas todas, un beso a la Octava, a las reinas, qué un beso? eso es poco, os los doy todos, y todas las risas y sonrisas que llevamos vividas compartidas no nos la quitará nadie NUNCA. Itaca es todo lo que nos rodea, y no huimos de ella.
Dedico una coplilla a mis reinas maravillosas y mágicas, cada vez que os juntáis nos dais vida a las demás, a las que a veces nos quejamos sin razón.
Lucía Morales.
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