jueves, 5 de enero de 2017

Unochenta. Dp 110



¿Imaginas un árbol con muchas ramas? ¿Esas ramas con muchas ramificaciones? Sin flores, sin fruto ¿Sólo pequeñas ramitas? Básicamente así me veo y me siento desde hace meses. Explicoteo, dos puntos.

No es algo triste ni dramático, o puede que tal vez si. Es una especie de dispersión que vino para invadirme y quedarse, admito darle cancha, por tener la cabeza en otras cosas, o por pura pereza    -madre de la pobreza- en resumen resumiendo, no estoy por florecer ni florecida, se lo he dicho a la rubia esta mañana; es una triste pena.

Imaginas a alguien que cuando conoces parece que tiene posibilidades de muchas cosas, ¿tipo comerse el mundo? Esa soy yo.

Definitivamente soy un engaño, un chasco, un truco o trato. Me pasa en varios modos o niveles, sobre todo en el laboral, pero estoy asumiendo que no creo que vuelva nunca a ese mercado. Me pasa y sucede hasta con la gente, cada vez me relaciono menos y peor, empezó por mi ya famosa etapa de las vergüenzas -maldita etapita- y se alimentó de lo rancia que me estoy volviendo.

No sabemos si esto pasará, como las oscuras golondrinas. No sabemos si es que el 2016 me ha destrozado y puede que no pueda recomponerme nunca, Qui lo sa. Lo que si sé, es que escribir menos Dp no me ha ayudado, ser escritural necesita de una práctica constante y sonante. 

La rubia y yo semos culturales, lo sabe el mundo entero, semos lecturales, escriturales y musicales. Vamos a eventos varios, últimamente vivimos en El Cervantes. Damos Symposiums a cualquiera que ose escucharnos, pero, siempre el pero, hay una brecha creciente entre nosotras -malditas brechas- y es que la rubia ha contratado un canal de cine independiente y ve películas raras extranjeras subtituladas, me cuenta cosas de belgas y tal, me deja loca, me mira raro, ya no es la de antes, se siente fina y elegante; ten amigas para esto. Por todo esto, y por que mide unochenta, no me queda otro remedio que querer matarla, hay que entenderme, la rubia es mucha rubia y yo tengo una racha mu mala y así no se puede, un poquito de consideración y empatía, y un poquito de por favor.

Total, que todo esto no viene a cuento, pero ayuda a mi particular lucha contra la dispersión, sería magnífico que nos tomáramos las terapias gratuitas en serio: hablar con amigas, pasear por el parque, ver puestas de sol, ser cursis a reventar sin sentir vergüenza, etc, etc y reketeetc.

Y ahora voy a marujear un rato, y a pensar cosas superprofundas, como qué botas le pido a los Reyes Magos, una negras sosas que pegan con todo, o unas rojas maravillosas que sirven para mirarme los pies y confirmar que mi armario no está a su nivel colorario.




Hasta luego carahuevo.

Lucía Morales.

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