miércoles, 1 de julio de 2015

La humana sensación de venirse abajo. DP 85



Hoy he vuelto a jugar otra mano a mis cartas, creyendo que puedo controlar mi vida, porque la vida es juego, y los niños, niños son, dos puntos

No he podido estar en misa y repicando, llorando mucho he dejado el trabajo porque donde tengo que estar hoy, y todo este verano, es en mi casa, con mis niños, con mi Liman, tan complicado, tan inocente, vino para que le diera mi tiempo, se lo quité al comenzar a trabajar, después de chillar unos días y sufrir por no ser Dios, he decidido ser responsable con mi decisión, hacer feliz a unos niños, intentar ser feliz yo. Dejé en la oficina a unos compañeros estupendos, a un amigo nuevo, de oro.

La vida va demasiado rápida, no espera, mi saharaui estará sólo dos meses, y necesito aprender mucho de él, tanto aprendo que me rompe los esquemas.

Lo primero que vi fue que vivimos en un mundo equivocado, lleno de vacíos, lleno de personas mirando pantallas, mi nuevo hijo se sentaba en el salón y los demás, en vez de conocerlo, encendíamos nuestras conexiones a la nada, a internet, me partí en dos al ver lo que somos, allí en el desierto viven en la calle, de jugar entre personas, no hay anestesia, benditos ellos, bendito Liman que me hizo abrir los ojos, no quiero vivir en una red social, ni quiero que mis hijos aprenden eso de mi.

Mi pequeño saharaui nació con un sesenta por ciento de audición perdida, pero con dos ojos como dos cielos, para mirarme y llegarme directo al corazón, como he podido olvidar que las personas son lo más importante?

Llamando la atención constantemente, de todas las formas posibles,  días de locura, sólo quiere que lo quieran, esforzándose él por aprender español, niño del desierto que viene a este supuesto mundo desarrollado que perdió el norte, que tanto hipotecó. Me dicen todos, será toda una experiencia? No, no es la palabra, quizá estoy viviendo una resurrección, 

Mi película favorita es León el profesional, en ella un francotirador a sueldo conoce a una niña que ha perdido su familia, para él todo cambió, dejó el rifle para cuidar de la pequeña, dejó las balas por el amor. Yo cambio dinero y tiempo por esto también, no hay color. Que lo he tenido que aprender llorando, pues si, lo admito, que me duele todo lo que me está pasando, por supuesto, pero este llanto merece la pena, estos cambios son para mejor.




Lucía Morales.

1 comentario:

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