jueves, 14 de enero de 2016

Gente que viene y va. DP 95







Vuelvo a la orfandad impuesta, la que producen los finales de algunas historias, soy como Candy Candy pero sin Annie,
 y sin principe azul.

Ya no tengo droga supervitalizante, la de mi Bea en su pueblo de Santander, que habita en un libro con portada verde manzana, la de la casa en el árbol, la loca que despechada volvió a casa de sus padres, esa joven arquitecta que en dos meses vio a mucha Gente que viene y Bah, se ha ido, la finiquité esta tarde, sin risas, hecha un mar de lágrimas le dije adiós, yo es que para las despedidas no valgo, soy demasiado mártir, y ante los finales inevitables vuelta al llanto melodramático, si es que reír y llorar muchas veces van de la mano.

Mañana buscaré la felicidad en otra parte, no me va el rollo ese de que la felicidad está en el interior, que va, que va, milongas, y mira que me río de lo que haga falta, de mi misma, de Janerio y todo lo demás, pero, siempre hay un pero, toy tristona sin mi Bea, malditas historias que acaban, debería haber escrito Laura Norton una saga, si, claro, y no la mierda esa de 50 sombras de tal y tal.

Mi Bea estaba tan feliz haciendo el mahara en su pueblo, cambiando su vida y la de su familia a cada página, perdiendo los papeles más que yo misma, que en eso tengo nivel experta, y va y decide que 477 páginas son suficientes, NOOOO, de eso nada monada, una segunda parte esperaré y si no soplaré, soplaré y tu casita derrumbaré.

Es una triste pena saber que las cosas buenas acaban, que perdemos gente en nuestras vidas, que la eternidad sólo le pertenece al tiempo, que igual que nos dicen hola, nos pueden decir adiós, y para eso no estamos preparados, no, tantas personas que conocemos y ocuparon sólo un espacio, gente por categorías, a corto, medio y largo plazo, nadie perenne, ufffff.

Y para colmo de tonterías esta semana he sentido un vacío o dolor robados, agonías soydios, se murió David Bowie, y al ver la cantidad de gente que lo ha sufrido, llorado, cantado, llamado, ado, ado, ado, me puse melancólica, pensaban que él era eterno, se les fue un Dios, y aunque para muchos es una estupidez idolatrar, me di cuenta que no es eso, entendí que querer incondicionalmente a un mediodesconocido también es amor.



Lucía Morales.

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