martes, 19 de enero de 2016

Otro Peter Pan. DP 96



Querida mía que no es que yo lo diga, es que la historia se repite constantemente, la de tu cabeza, sueño y pensamientos, y la de otra persona que es un lobo con piel de cordero. 

No es la primera vez que sucede, ni será la última. Tú anhelabas un cuento, él otro distinto, pero como en esencia os sentíais tan protagonistas, especiales, únicos y bellos, pues decidiste tirarte al vacío y volar, sin paracaídas, sin colchoneta para amortiguar el golpe; y caerás, te darás de bruces, completamente sola, te levantarás luego sacudiéndote el polvo, llena de heridas y, con la poca dignidad que te quede, mirarás al cielo y puede que con el tiempo olvides y puedas esbozar una sonrisa, sobre todo para una cosa, para reírte de ti misma.

Hace unas semanas leí una novela que se considera obligada en la actualidad, de un autor de renombre, con frases demoledoras, Intimidad, una historia para nada original. Nos narra la noche en que un hombre de clasemediaalta decide irse de casa, abandonar a su mujer y a sus hijos pequeños, dejar su comodidad y estatus básicamente por una cosa, la que subyace en casi todos los divorcios de clasemediaalta, follar más.

Y no es que yo esté aquí para juzgar al protagonista, no, para eso ya tiene él su conciencia, ni vine para calibrarlo, ni para recordarle a nadie lo bueno y lo malo de mantener una familia, ni de tener responsabilidades a cambio del regocijo donde habita, no, es que este tipo no es capaz de ver más allá de su polla, y no es, por mucho que se justifique, ni que intente manipular nada, no es más que otro Peter Pan.

Merece una paliza, o vivir a partir de toda su cobardía, en eterna soledad, esa que te nubla el cerebro, la que le quita el sentido a todo, la que lleva de cabeza a la noche fría llena de alcohol, a gente desconocida que regala su intimidad por no sentir su vacío tan ensordecedor. El protagonista se marchó de casa sin dar explicaciones, sin despedirse, no dio la cara, por eso lo condeno, hay algo que no perdono en algunos hombres, que te hacen sentir culpable por no estar todo el día con una cerveza en la mano y la otra ya sabemos donde. Pura falacia, cobardía, egoísmo y tempestad.

Todos tenemos etapas de querer seguir viviendo en un cuento, yo la primera que me engaño también cuando paso horas y días rodeada de monotonía, lavadoras, pucheros y ningún bombonero que me prometa el cielo en la tierra.

Llamadme loca por no querer que venga nadie de fuera a contarme un cuento, que para narrar, hace tiempo, me basto y me sobro yo.

Y si un día me despierto y veo que mi vida también es un embuste, entonces ya veré qué hago, quizá deba callarme, puede que mi realidad sea también mentira, y de golpe se voltee mi tortilla, entiendo que cabe esa posibilidad.



Lucía Morales.




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