Toma la libertad del agua de los mares, de la tormenta, de la tierra misma, toma la libertad del aire.
Toma la libertad de los pájaros de la marisma, aunque me cueste la vida misma.
Unos le rezan a Dios y otros le rezan a Alá, y hay quien se queda callao, es su manera de rezar.
Y hay quien ni quiere ni sabe rezar, ni tiene Dios, ni madre, ni padre, ni Alá.
Ni perrito que le ladre, ni conocieron nunca la palabra libertad.
Y aún así yo te la doy, toma la libertad, tómala toda, vete con ella lejos y a mí me dejas en paz.
Yo ahí conoceré la mía, cuando veas que no era eso lo que quería ni pedía, llevatela bien lejos, sé feliz con toda esa palabra bella que te lo dice todo y que a mí me deja sola, desnuda e incapaz.
Mi libertad no acaba cuando comienza lo tuya, ni empieza cuando la tuya merma.
La verdadera no tiene dueño ni rejas, ni aire, ni agua, ni tormenta, ni tierra, ni pájaros en las marismas, nadie la compra porque no hay quien la venda.
Toma y corre, sé más grande con ella, espárcete por el mundo y siembra, siembra lo que tus semillas tengan.
Yo me quedará aquí seca, árida y eterna, enjaulada en mi misma, sin ser libre con conciencia.
No mendigaré lo que no me pertenece, nací amarrada y amarrada puede que muera, y que sepas, lleno de libertad, que lo que está bien perdío ni se busca ni se encuentra.
Prefiero estar perdía mil veces, para encontrarme mil y una, antes que anteponer mi libertad y que esa sea mi bandera.
Los lazos no hacen daño, que no te enteras, los vínculos no matan. No Prenda.
Lucía Morales.
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