martes, 17 de junio de 2014

Un lobo para caperucita. DP 29



Esta historia es un cuento, dos puntos

Caperucita vive con su madre en un pequeño pueblo. Irá, como todos los días, a casa de su abuelita a llevarle una cesta con algo de vida, con cuidado. Todos le avisan del peligro que entraña el bosque, y dentro del bosque, el lobo.

Ella no conoce el miedo hasta que se lo instauran, va deprisa por el sendero, sin mirar alrededor, ojos asustados clavados al suelo, sin pararse nunca a cuestionarse lo que dicen los mayores, inocencia ingenua.

Hoy será el día en que tropiece con el lobo, y se miren y se observen. Ella no entiende al animal salvaje, él no entiende que ella se esconda bajo una caperuza roja. Se miran, no sienten miedo, sin conocerse deciden olerse, y ese aroma se quedará por siempre en sus psiques. Seguirán penetrando en los ojos del otro hasta que tengan el valor para traspasar la frontera del silencio.

Ahora ella tiembla y él la abraza. 
- Qué te pasa niña?
- Creo que tengo que temerte, todos lo dicen.
- Por?
- Lo dicen ellos.
- Y tú que sientes?
- Siento como se agita mi pecho cuando te me acercas.
- Mi niña, no temas nunca a tus sentimientos.

Caperucita sale del bosque llena de algo nuevo, quizá es sentirse el alma, ese algo se ha cruzado en su vida y la ha llenado en un instante. Al llegar a casa de su abuela se lo quiere contar, pero sabe que no la entenderá, y al darle su cesta ve que dentro hay más vida todavía, y sabe que su abuela estará bien mientras haya alguien que la cuide y la quiera, alguien sin miedo a atravesar un bosque y cruzarse con un lobo, su inocencia ha cambiado.

Al día siguiente la niña vuelve por el sendero, el lobo la espera bajo un árbol, ella sonríe y se acerca, se tumban bajo un gran árbol y se cobijan del mundo exterior, lleno de mentiras y temores infundados. Un refugio. 

- Qué hago lobo para no dejarme llevar por los demás?
- Reír mi niña, la vida es un juego.
- Otros creen que es una cárcel.
- No, la vida es lo que tú quieras que sea, lánzate a por ella.

Ella sueña esa noche con el sol, con la luna, con el mar, y con una pequeña barca. Piensa en la belleza de la luz del sol y en la imposibilidad de alcanzarlo, sueña con tocarlo, pero él no es de nadie, se quemaría. Piensa que la luna es su enamorada, todas las noches sale a buscar al astro rey pero no consigue verlo cara a cara. Cree que la linea del horizonte que divide el cielo y el mar es la linea que confirma lo que sueña, a veces se mezclan realidad y fantasía, como que ahora ella se sienta segura siendo amiga de un lobo.

Al tercer día Caperucita busca al lobo, pero no lo haya, y cree que está sola, no sabe que él la observa en silencio tras un gran roble, ella no sabe si puede continuar sola por el sendero, si le faltarán fuerzas para cruzar el oscuro bosque, pero en ese momento el sol filtra sus rayos entre la frondosidad de la arboleda y ella siente todo lo viva que está y decide ir a casa de su abuela, pero esta vez con calma, disfrutando de cada parte del bosque, y descubre todas sus criaturas, y las va amando a todas, seres que parecen horrendos pero si los observas con una mirada pura son regalos de la naturaleza. Es feliz al ver que puede caminar sola, y parar, regodearse y luego entrar de nuevo en casa de su abuela con su cesta llena de alegría.

Esta noche, al llegar a casa, decide contarle a su madre lo que le ha estado pasando, la madre limpia cacharros y parece no escucharla, la niña se pone triste.
- Madre, acaso no me crees? acaso me equivoco?
- No hija, si te creo, y equivocarse es lo de menos. Te contaré una historia.

La luna y el sol se quieren pero no pueden estar casi nunca juntos, el cielo es todo lo que les une y les separa, pero a veces hay instantes de magia en la naturaleza para que se junten, son los eclipses, ahí nosotros no podemos mirar ni entender nada, pues Gaia es sólo, de solamente, espectadora de un baile precioso, circular, lleno de grandeza y soledad. Sol y luna en uno, luna y sol abrazados, la luna no se quema, el sol tras ella aguarda. Mientras el cielo los cuida y su reflejo siempre, siempre, estará en el agua. La luna está llena. El lobo aúlla.

Caperucita llora, siente esa soledad amarga, y vuelve al bosque.
- Lobo, es mala la soledad?
- No mi niña, la soledad es la mejor manera de hablar con tu corazón, y si lo oyes verás que todos los que te queremos estamos dentro. Tus latidos infantiles, en tu pequeño pecho, hacen que el pecho de este lobo incomprendido se llene de gozo y de orgullo, pues no me repudiaste con una sucia mirada, te atreviste a acercarte a mí y siempre te llevaré en mi alma. Como la luna y el sol cuando danzan en los días, como la linea que llaman horizonte para limitar el cielo con el océano, esos límites no son fronteras, son vínculos eternos, no los llores por pena, sonríeles y danza, danza, oyendo tu música y con esa preciosa mirada, no te escondas mi niña.

Caperucita vuelve a soñar, mezcla todo, en su sueño el lobo le habla:
Soy la voz de nunca, nunca jamás. La inocencia y los sueños de cada hombre, soy la cuna vacía de Peter Pan. Una cometa vacía en  el cielo azul. Soy la historia que te hará real. Cada recuerdo al que le guardarás aprecio.

El lobo antes de ser animal salvaje fue niño como ella y por eso la entiende tanto, ella ahora cambia, se vuelve salvaje y cambia la caperuza por unas zapatilla rojas, así no lo olvida, así no se olvida.
El lobo se alimenta de FE, la niña es sólo, de solamente, eso para él.




Lucia Morales.

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