En respuesta a la invitación de mi amiga y
musa Lucía, y convencido de hallarme en situación de desaprovechamiento, yo,
Lolo, aspiro a ser un digno desaprovechaíto perdío, de manera que más pronto
que tarde el destino me tenía que conducir hasta aquí. Y ya no solo como empedernido
seguidor y lector de Desaprovechaíta Perdía, sino también como participante en
este pequeño universo de los desaprovechaos que en el mundo somos. Sin más
preámbulos procedo, que tengo que soltar el rollo que llevo dentro y me quedo
sin folio.
Bien. Este es mi estreno. Allá voy… En poco
más de dos semanas nos han dejado varios personajes que eran, o han sido,
protagonistas en primera persona de la escena político-económica de nuestro
país. Y nos han dejado en algunos casos porque las han doblado, y en otros
porque han dimitido, más o menos “voluntariamente”, que de las dimisiones nunca
sabemos cuánto hay de voluntad en el dimisionario. Casi siempre muy poca, me
temo. De algunos ya tenemos sucesores. De ellos hablaremos también a su debido
momento.
Podría incluir en la lista de dimisiones la de
Rubalcaba y la del padre de nuestro actual rey, prefiero dejarlas al margen ya
que quiero poner el acento en la antológica racha que llevamos. Creo que en
toda la historia de mi amada España no se había producido una racha de
fallecimientos y dimisiones tan fructífera. Y lo mejor es que aún no sabemos si
ha finalizado. Están las casas de apuestas que echan humo, me han dicho.
Los que han fallecido tenían en común haber
estado al frente de grandes empresas, banca, política y administración pública.
Es decir tenían en común que todos tocaron poder, ya sea por estar cargados de
dinero, o por haber sido cargos electos, a votos o a dedazos, que de todo hay.
La cosa ha ido así, y por orden cronológico la
ha giñado Emilio Botín del Santander, Isidoro Álvarez de El Corte Inglés, Pedro
Aparicio, alcalde que fue de Málaga y Miguel Boyer, primer ministro de economía
del Felipismo. En cuanto a los dimitidos, han agarrado la puerta Alberto Ruiz
Gallardón, ministro de justicia y Leopoldo González-Echenique, presidente de
RTVE.
Me parece que voy a estrenar mi nuevo estatus
de desaprovechamiento hablándoos de Pedro Aparicio, ex alcalde de Málaga, pues
dentro de los que han fallecido o dimitido en estos últimos días, es el único que
medio voy a salvar de las llamas del Geasta. Incluso, o a pesar de haber estado
más de 25 años en política. Se va a salvar, sí. Y lo hace únicamente por haber
sido el alcalde que más cambios trajo a Málaga, y sin cuya intervención, nadie
los habría traído.
Aparicio se encontró una Málaga que urbanística
y físicamente constaba de un casco histórico semiruinoso pero más o menos
cohesionado y toda una constelación de barriadas en mitad del campo, cual
satélites alrededor de Júpiter. Los que vivimos aquella época sabemos además
que la mitad de las calles de estas barriadas estaban sin asfaltar, sin
saneamiento, sin conexiones exteriores, y en algunos casos incluso sin
abastecimiento de agua. Así era la Málaga que yo conocí cuando vine al mundo
años ha. De hecho yo viví en uno de esos bloques rodeados de campo. Y en
efecto, en mi calle no había ni calzada ni acera. Era de tierra.
Y no solo en cuestiones urbanísticas, de
abastecimiento y saneamiento, sino también proyectos estrella que hoy tenemos
perfectamente asumidos en la ciudad, y que fueron parte de su legado como
alcalde. Por citar algunos, el Teatro Cervantes, el Parque Tecnológico, el
inicio de la apertura del Puerto a la ciudad, hoy felizmente conseguido.
También fue el primero que empezó a mover el tema del metro, que hemos
estrenado hace apenas un par de meses. Recuperó la feria de Málaga, tal y como
hoy la conocemos, y un larguísimo etcétera.
A pesar de tantas luces, también tuvo sus
sombras. Durante su mandato y a pesar de su oposición, se segregó la entonces
barriada de Torremolinos. Su marcha del ayuntamiento y su inmediata
incorporación al parlamento europeo durante diez años, fue seguramente la peor
de sus decisiones políticas. Pudo haber salido de la política por la puerta grande
el mismo día que perdió la alcaldía de Málaga, pero prolongó innecesariamente una
carrera política muerta como europarlamentario, etapa donde no se le conoce
ningún trabajo o aportación.
Como persona era brillante, con una formación
y expediente académico espectacular, lo que le hacía no obstante, pecar en
demasiadas ocasiones de soberbia, sobretodo ante las críticas.
Con todo, Aparicio significa para Málaga lo
mismo que Tierno Galván para Madrid. El alcalde que cogió una Málaga anclada en
el s. XIX y la condujo en el camino del s. XXI. ¿De sus sucesores qué decir?
Villalobos y De la Torre. Únicamente que hacen más grande a Aparicio. Por
comparación, más que nada.
Y aquí lo dejo por hoy. En sucesivas
aportaciones iré hablando del resto de personajes hasta completar la que espero
que sea una bonita colaboración en este blog. Lógicamente si tenemos la suerte
de que la lista se vaya ampliando, iré incorporando a los nuevos
finados/dimisionarios. Y endureciendo el tono, claro está. Pues hoy se ha dado
aquí demasiada cera, pero es que el personaje así lo requería, pero a partir de
ahora os prometo que voy a dar toda la caña que los personajes se merecen, que
no va a ser poca.
De momento es todo por hoy. Próximo día:
Emilio Botín.
Lolo, Manolo Sánchez.
Lucía Morales, Manolo Sánchez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario