viernes, 3 de octubre de 2014

Señorllévamepronto. Sección Mánolo Sánchez. DP 49



En respuesta a la invitación de mi amiga y musa Lucía, y convencido de hallarme en situación de desaprovechamiento, yo, Lolo, aspiro a ser un digno desaprovechaíto perdío, de manera que más pronto que tarde el destino me tenía que conducir hasta aquí. Y ya no solo como empedernido seguidor y lector de Desaprovechaíta Perdía, sino también como participante en este pequeño universo de los desaprovechaos que en el mundo somos. Sin más preámbulos procedo, que tengo que soltar el rollo que llevo dentro y me quedo sin folio.

Bien. Este es mi estreno. Allá voy… En poco más de dos semanas nos han dejado varios personajes que eran, o han sido, protagonistas en primera persona de la escena político-económica de nuestro país. Y nos han dejado en algunos casos porque las han doblado, y en otros porque han dimitido, más o menos “voluntariamente”, que de las dimisiones nunca sabemos cuánto hay de voluntad en el dimisionario. Casi siempre muy poca, me temo. De algunos ya tenemos sucesores. De ellos hablaremos también a su debido momento.

Podría incluir en la lista de dimisiones la de Rubalcaba y la del padre de nuestro actual rey, prefiero dejarlas al margen ya que quiero poner el acento en la antológica racha que llevamos. Creo que en toda la historia de mi amada España no se había producido una racha de fallecimientos y dimisiones tan fructífera. Y lo mejor es que aún no sabemos si ha finalizado. Están las casas de apuestas que echan humo, me han dicho.

Los que han fallecido tenían en común haber estado al frente de grandes empresas, banca, política y administración pública. Es decir tenían en común que todos tocaron poder, ya sea por estar cargados de dinero, o por haber sido cargos electos, a votos o a dedazos, que de todo hay.

La cosa ha ido así, y por orden cronológico la ha giñado Emilio Botín del Santander, Isidoro Álvarez de El Corte Inglés, Pedro Aparicio, alcalde que fue de Málaga y Miguel Boyer, primer ministro de economía del Felipismo. En cuanto a los dimitidos, han agarrado la puerta Alberto Ruiz Gallardón, ministro de justicia y Leopoldo González-Echenique, presidente de RTVE.

Me parece que voy a estrenar mi nuevo estatus de desaprovechamiento hablándoos de Pedro Aparicio, ex alcalde de Málaga, pues dentro de los que han fallecido o dimitido en estos últimos días, es el único que medio voy a salvar de las llamas del Geasta. Incluso, o a pesar de haber estado más de 25 años en política. Se va a salvar, sí. Y lo hace únicamente por haber sido el alcalde que más cambios trajo a Málaga, y sin cuya intervención, nadie los habría traído.

Aparicio se encontró una Málaga que urbanística y físicamente constaba de un casco histórico semiruinoso pero más o menos cohesionado y toda una constelación de barriadas en mitad del campo, cual satélites alrededor de Júpiter. Los que vivimos aquella época sabemos además que la mitad de las calles de estas barriadas estaban sin asfaltar, sin saneamiento, sin conexiones exteriores, y en algunos casos incluso sin abastecimiento de agua. Así era la Málaga que yo conocí cuando vine al mundo años ha. De hecho yo viví en uno de esos bloques rodeados de campo. Y en efecto, en mi calle no había ni calzada ni acera. Era de tierra.

Y no solo en cuestiones urbanísticas, de abastecimiento y saneamiento, sino también proyectos estrella que hoy tenemos perfectamente asumidos en la ciudad, y que fueron parte de su legado como alcalde. Por citar algunos, el Teatro Cervantes, el Parque Tecnológico, el inicio de la apertura del Puerto a la ciudad, hoy felizmente conseguido. También fue el primero que empezó a mover el tema del metro, que hemos estrenado hace apenas un par de meses. Recuperó la feria de Málaga, tal y como hoy la conocemos, y un larguísimo etcétera.

A pesar de tantas luces, también tuvo sus sombras. Durante su mandato y a pesar de su oposición, se segregó la entonces barriada de Torremolinos. Su marcha del ayuntamiento y su inmediata incorporación al parlamento europeo durante diez años, fue seguramente la peor de sus decisiones políticas. Pudo haber salido de la política por la puerta grande el mismo día que perdió la alcaldía de Málaga, pero prolongó innecesariamente una carrera política muerta como europarlamentario, etapa donde no se le conoce ningún trabajo o aportación.

Como persona era brillante, con una formación y expediente académico espectacular, lo que le hacía no obstante, pecar en demasiadas ocasiones de soberbia, sobretodo ante las críticas.

Con todo, Aparicio significa para Málaga lo mismo que Tierno Galván para Madrid. El alcalde que cogió una Málaga anclada en el s. XIX y la condujo en el camino del s. XXI. ¿De sus sucesores qué decir? Villalobos y De la Torre. Únicamente que hacen más grande a Aparicio. Por comparación, más que nada.

Y aquí lo dejo por hoy. En sucesivas aportaciones iré hablando del resto de personajes hasta completar la que espero que sea una bonita colaboración en este blog. Lógicamente si tenemos la suerte de que la lista se vaya ampliando, iré incorporando a los nuevos finados/dimisionarios. Y endureciendo el tono, claro está. Pues hoy se ha dado aquí demasiada cera, pero es que el personaje así lo requería, pero a partir de ahora os prometo que voy a dar toda la caña que los personajes se merecen, que no va a ser poca.

De momento es todo por hoy. Próximo día: Emilio Botín.

Lolo, Manolo Sánchez.


Lucía Morales, Manolo Sánchez.


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